La artista japonesa Hiromi levantó al público del Festival Jazz en la Costa de Almuñécar

Su actuación fue grabada por la televisión japonesa y el edil de Cultura, Alberto García Gilabert le hizo entrega de un recuerdo al finalizar la actuación

Esta noche, a las 22 horas,  llega la actuación del Lizz Wright al escenario del parque El Majuelo.

Hiromi levantó al público del Festival Jazz en la Costa de Almuñécar. No es la primera vez que lo hace, la pizpireta pianista nipona es toda una garantía de un concierto vibrante, comunicativo y lleno de energía alcalina, no se agota y sigue, sigue… Tenía previsto llegar a Almuñécar el día de antes y poder subirse al escenario de su amigo y compañero de gira en 2010 Stanley Clarke, pero a última hora el encuentro no pudo suceder. La inversa tampoco, ya que el bajista partió de madrugada hacia Montepellier donde toca hoy. Pero al igual que su mentor, con su nueva formación H’ Sonic Wonder dejó un enérgico concierto en Jazz en la Costa con reminiscencias a los tiempos dorados del Jazz-rock.

Hiromi es un producto generacional de fin de siglo, que no entiende de ortodoxias y que igual devora la música de Chopín que de Prodigy, Zappa o Rage Against The Machine, disfruta con el cómic, las películas de Jacky Chan o Bruce Lee (a quienes tiene dedicadas piezas), el baloncesto de la NBA o del fútbol (dicen que cuelga en su habitación un póster de Zidane), y que sueña con los catorce dedos de Oscar Peterson. Esa espontaneidad y naturalidad,  junto con el ímpetu de serie caracterizan su música, sobre todo en directo, donde es un tifón oriental metido a presión en un frasco de esencia. Bota sobre la banqueta del piano, se levanta y baila sin dejar de tocar y cabecea como un batería de heavy metal en pleno esprint. Es como un personaje de dibujos animados de carne y hueso, como la heroína de un cómic manga que despliega su superpoder tocando poseída por una euforia infinita. Y a todo esto no falla una sola nota. Hiromi Uehara es un volcán pero también es pura precisión. Un espectáculo piromusical en perfecta sincronía.

Fabricando una música que bebe de diversas tradiciones, sin dudarlo el Jazz y el rock, con pasajes de psicodelia pura, también de humor, detalles infantiles llenos de simpatía, funk brioso y hasta eurodisco, Hiromi ha encontrado en este equipo una confianza generacional para que los temas crezcan en tres dimensiones. En ocasiones recordando a la etapa más funk de Miles Davis, acaso por el timbre distorsionado y la agilidad en su papel de pareja solista de hecho de Adam O’farrill, tercera generación del ilustre apellido cubano del gran Chico O’farrill, su abuelo.

Almuñécar aparecerá próximamente en los televisores japoneses (y luego del mundo entero), ya que por decisión personal de la pianista, su concierto de anoche en el festival sexitano fue grabado por el canal Yamaha de la televisión de aquel país para un programa especial. En justo agradecimiento a este detalle, entre bambalinas y fuera de protocolo, el concejal de Cultura de Almuñécar. Alberto García Gilabert entregó un recuerdo a Hiromi en agradecimiento de su paso por escenario sexitano. Cabe recordar que el festival está organizado por el Ayuntamiento de Almuñécar y la Diputación Provincial.

Esta noche vuelve, después de más de una década, Lizz Wright

 Para la tercera noche del Festival Internacional de Jazz en la Costa de Almuñécar se enorgullece de volver a recibir, después de más de una década,   la actuación, desde las 22 horas,  de la cantante Lizz Wright.

Tiene el porte y la voz de las grandes damas del jazz que crecieron en la espiritualidad del gospel. Lizz Wright es del sur de Georgia (Hahira, 1980), donde la música se respira por todas partes. Cantó en coros, fue directora musical de una pequeña iglesia en la que su padre era pastor. Soñó con emular a Odetta, Cassandra Wilson, Ella Fitzgerald o su admirada Abbey Lincoln. Y lo logró con discos magníficos como Dreaming Wide Awake (2005), The Orchard (2008) o Grace (2017), armados sobre clásicos del soul, el blues, el folk y, por supuesto, el jazz.

Tras estudiar en la Universidad de Atlanta y en la New School de Nueva York, en el año 2000 se unió al grupo In The Spirit, que pronto ganó fama de ser el mejor grupo de jazz de la capital de Georgia. Dos años más tarde y después de hacerse un nombre a nivel nacional con una gira de conciertos en homenaje a Billie Holiday, firmó con el sello Verve Records para el lanzamiento de su primer álbum, Salt, numero uno de las listas de jazz contemporáneo de Billboard e inicio de una fulgurante carrera colmada de éxitos, premios y actuaciones por todo el mundo, con fieles seguidores como el cantante Prince o el expresidente Barack Obama.

Activista en pro de los derechos de los afroamericanos, Wright está dotada de un carisma especial. Es de esas intérpretes que encarnan plenamente las historias que cantan, trascendiendo el ámbito de lo meramente musical para incidir directamente en las emociones.

El año pasado creó una compañía discográfica independiente: Blues & Greens Records, diseñada para forjar un modelo de negocio musical innovador, donde los artistas emergentes gestionen sus propios derechos de autor, cuenten con asesoramiento especializado de la industria musical y puedan construir carreras sostenibles sin depender de las grandes multinacionales.

Ya disfrutamos de la voz sensual y elegante de Lizz Wright en Almuñécar en 2012 con un excelente concierto junto al guitarrista Raúl Midon, y este verano regresa en su plenitud como intérprete: basta escucharla en esa torrencial grabación que es Holding Space. Live In Berlin (2022) para afirmarlo y esperar que su directo en el escenario privilegiado de Jazz en la Costa sea inolvidable.

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