La prodigiosa Cécile McLorin Salvant inauguró el Festival de Almuñécar con una magistral exhibición de recursos vocales
Cécile McLorin Salvant inauguró el martes el programa central del trigésimo primer Festival Jazz en la Costa de Almuñécar. Una muestra organizada por el Ayuntamiento sexitano y la Diputación Provincial granadina. Este miércoles continúa el jazz de muy alto nivel con la presencia de dos clásicos: Mike Stern y Randy Brecker
El auditorio del parque almuñequero “El Majuelo” registró el primer lleno completo de la temporada jazzística como no podía ser menos para recibir a una mujer que ocupa portadas de periódicos y revistas, y es saludada como un fenómeno de los que solo suceden de vez en cuando: nunca antes en la historia de los premios Grammy ha acumulado alguien tantos en tan poco tiempo.
Cécile McLorin Salvant desplegó desde el primer momento una voz y una creatividad que desborda los límites de una cantante, porque en realidad es más una actriz que canta. Varía de tesituras en apenas un tema o incluso menos, yendo desde la dulzura más acariciante y hasta el desgarrado grito enrabietado, con un perfil interpretativo de Musical. La suya es una voz nueva y fresquísima, llamativa e infinitamente matizada. No se equivocó Wynton Marsalis cuando la señaló como una nueva estrella en ciernes. Ya lo es.
Detrás, sus músicos, el pianista Sullivan Fortner, Paul Sikivie en el bajo y Kyle Poole tras la batería, como una B.S.O. brindaron brillante y elegantemente el swing que requería cada canción, cada historia que canta la vocalista, siempre buscando una vívida interpretación más allá de la mera repetición de unas frases.
La franco-estadounidense, cantó en francés, inglés y español dependiendo del estado de ánimo, y del acuerdo con sus compañeros con los que demostró tener una complicidad total. Carisma, tremendo dominio del canto, inteligencia textual y humor son algunos de los ingredientes de un concierto en el que citó a James Joice, Boris Vian (a los que música en sus propias canciones y hasta con los Beatles o Violeta Parra, para terminar con un estremecedor ‘Gracias a la vida’ que alguien adaptó a la situación: “que nos ha dado a Cecile”. Una ovación de gala, con el público puesto en pie durante tres minutos despidió a esta mujer llamada al trono del jazz cantado y a punto de ocuparlo por derecho.
En los trasnoches, como todos los días de Festival, la música continuó con el cuarteto de Jesús Mata y Jacinto Rodríguez hasta bien entrada la madrugada.
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