Sanko llenó el auditorio sexitano de público que disfrutó de una noche tropical
El XXXVIII Festival Internacional de Jazz en la Costa de Almuñécar echó andar anoche con una gran actuación del cantante Myles Sanko, que llegó a colgar el cartel de “entradas agotadas”.
Sanko ya es vocalista conocido por los seguidores del festival sexitano a donde volvió ocho años después, siendo de esas figuras que hemos visto crecer en nuestro escenario. Elegante y pulcro en el vestir y en el cantar, es garantía de un concierto siempre completo también de “alma”.
En escena este músico británico es un espectáculo arrebatador, por lo que suena y por cómo lo hace un artista nacido para el Soul. Sanko es un líder solidario. Así, aunque el foco principal le señale a él, se muestra engranado en una banda (quinteto completo con saxo) perfectamente rodada en años de giras juntos; por momentos parece un elemento más del equipo, a la par que todos tienen espacio sobrado para su lucimiento solista, incluyendo una pieza entera para ellos.
Su voz de barítono suena a club, cálida en la pista de ‘lentas’ y rotunda en la de ‘rápidas’, y siempre manifestando una cercanía de ‘entretenedor’, ya que oscila entre el espectáculo y el terciopelo, la elegancia pausada y el funk/disco más animoso. En esta ocasión prefirió los tiempos gustosos, sin desmelenarse, donde su garganta de piel de melocotón hizo levantarse al público en numerosas ocasiones, como al final de las baladas “Peace un my mind” y “Blackbird Sing” y tras su versión de “Everybody loves the Sunshine”, éxito del recientemente fallecido Roy Ayers en los años setenta.
Hace ocho años siendo una figura prometedora clausuró el festival de Almuñécar, y ahora siendo un artista incontestable, lo ha abierto por la puerta grande, convirtiendo El Majuelo por una noche en el sudoroso Apollo de Harlem.
El Festival Internacional de Jazz en la Costa de Almuñécar está organizado por el Ayuntamiento sexitano con la colaboración de la Diputación Provincial de Granada.