La pivote sexitana, enrolada en las filas del Málaga Costa del Sol y tras una exitosa carrera, deja el balonmano profesional al final de esta temporada. Jugará su último partido este próximo viernes.
La jugadora sexitana Paula García Avila jugará este próximo viernes su último partido en el balonmano profesional porque ha anunciado que se retira. La pivote comunicó su decisión de acabar con su carrera deportiva al máximo nivel en una rueda de prensa donde estuvo acompañada por sus familiares, la presidenta Pepa Moreno, el entrenador Suso Gallardo y toda la plantilla de las panteras encabezada por la capitana Sole López. Paula García Avila cerrará una carrera plagada de éxitos y abrirá una nueva etapa en su vida.
Desde el Málaga Costa del Sol dicen que “se marcha una jugadora que queda en la historia del club malagueño, donde jugó más de 100 partidos en cinco temporadas y fue pieza clave en los cuatro títulos que tiene la entidad deportiva”.
Paula García Ávila se inició en el balonmano en Club Balonmano Almuñécar. Desde entonces pasó por el Elda Prestigio, el Balonmano Alcobendas, el Unión Mios Biganos-Bègles francés, el Mecalia Atlético Guardés y el Gloria Bistrita rumano. Desde 2019 regresó a Málaga para formar parte de esta época dorada. A nivel de clubes ganó dos EHF European Cup, una Copa de la Reina y una Supercopa de España. Fue mejor pivote de la Liga Guerreras Iberdrola en la temporada 2017/2018 y también en la última edición de la Copa de la Reina en San Sebastián. La sexitana cuenta en su trayectoria con el prestigio de haber sido internacional con las Guerreras, con las que jugó 35 partidos, habiendo estado en el Mundial de 2017 y en el Europeo de 2018. Con España levantó el Mundial Universitario (2016) y consiguió el oro en los Juegos del Mediterráneo (2018).
Su despedida delante de la afición tendrá lugar el viernes en el pabellón de Carranque en el último partido de las panteras en esta temporada ante el Unicaja Banco Gijón. Un colofón a una trayectoria envidiable.
Su carta íntegra de despedida:
«Si de algo es consciente un deportista profesional, es de que su carrera deportiva no va a durar para siempre. En mi caso desde bien joven lo tuve más que presente. Estrenando los 23 pasaba por tercera vez por quirófano. Las rodillas… Quién me iba a decir que no son el motivo, pero sí la consecuencia. Hoy quiero comunicaros que este próximo viernes será mi último partido como jugadora profesional de balonmano.
Es una decisión muy meditada y trabajada, que ya llevaba tiempo rondando por mi cabeza, y que ha llegado el momento de afrontar. Me retiro por diversos motivos y, al igual que siempre supe que mi carrera no sería de las más longevas, siempre ha sido mi deseo hacerlo estando aún con capacidad para seguir compitiendo al mejor nivel. Desde mi última operación de rodilla, la idea de llegar a los 30 compitiendo se antojaba cuanto menos utópica. Tengo que reconocer que me siento muy orgullosa de haberlo logrado y de cómo lo he hecho. Probablemente a una parte de mí aún le quedaban algunos años más de balonmano, pero como algunos ya sabéis en 2019 me diagnosticaron una patología reumática en la espalda muy caprichosa. A la par que dolorosa, que aparece cuando quiere, y es precisamente su espontaneidad la que no lo pone fácil en cuanto a términos de rendimiento se refiere. Ha llegado el día en el que la balanza cae del otro lado y lo último que quiero es alargar una trayectoria con la sensación de estar estirando una cuerda muy sensible de romperse.
Desde que me gradué supe que mi futuro profesional no iría ligado al balonmano y sí a la enfermería. Llevo tiempo sintiendo que afloraba en mí esta necesidad de cambio y creo que ha llegado el momento de tomar esta decisión. Hace poco escuchaba en una serie que «si algo te pone triste cuando se acaba, es porque debió haber sido maravilloso mientras sucedía». Y tanto que lo ha sido. Me siento enormemente afortunada de la carrera deportiva que he podido disfrutar. Me voy inmensamente feliz y orgullosa, sabiendo que siempre he intentado dar lo mejor de mí, y con una mochila gigante cargada de experiencias y momentos inolvidables.
No tengo más que palabras de agradecimiento para todas las personas que me he cruzado durante el camino. Jugadoras, compañeras, amigas, entrenadores, seleccionadores, delegadas, colaboradores, directivos, patrocinadores, fisios, preparadores físicos… Afición. De todos y cada uno he aprendido algo y gracias a eso soy hoy quien soy. No quería hacer nombramientos, porque sería injusto que me dejase a alguien, pero me vais a permitir que haga una excepción subrayando dos nombres que han sido determinantes en el porvenir de mi trayectoria. Primero, Gustavo Vallejo por ser el revulsivo, por hacer lo imposible posible y por conseguir que sea yo quien decida cómo y cuándo retirarme. Y no hacerlo allá por 2015 cuando todo se ponía turbio. Creo que ni él es consciente de la relevancia que ha supuesto para mí. El segundo es fácil, por supuesto, Diego Carrasco. Por su cabezonería, por agotar la última bala. Por darme lo mejor.
Gracias a mi familia, mi apoyo incondicional, por estar siempre. Muchas maletas, muchos viajes. Muchos hospitales. Pasaron de no conocer este deporte a convertirse en hooligans profesionales. Espero que lo hayan disfrutado tanto como yo. Gracias a mi pareja, por ser luz y saber elegir la mejor palabra en cada momento. Y por supuesto a mis amigas, por ser las mejores fans sin ni siquiera conocerse el reglamento. ¡Ya sí nos podremos ir de vacaciones juntas!
Por último, y no menos importante, gracias al Costa del Sol Málaga por todo lo que me habéis brindado desde que aterricé en 2016. Después de muchos años conseguisteis que volviera a encontrar un club al que llamar casa. Llegué a un club familiar y soñador que empezaba a plantar los cimientos de un proyecto muy ambicioso y me voy con cuatro títulos y 7.183 personas haciéndonos soñar despiertas. Os deseo que los límites sigan estando muy lejos de vuestro alcance y que podamos volver a hacer historia esta semana como broche final.
El balonmano será siempre una de las partes más importantes de mi vida. Ahora solo me toca aprender a quererlo desde fuera. Gracias por y para siempre.
Paula García 88″