Marta es estudiante del IES «Al Andalus» de Almuñécar
La diputada de Igualdad, Juventud y Administración Electrónica, Mercedes Garzón, ha entregado esta mañana, el premio a la ganadora del VI Concurso de Microrrelatos contra la violencia de género “Mónica Carrión” con motivo del 25-N, “Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres”.
Finalmente, el trabajo de Marta Rodríguez, de 16 años, y estudiante del IES “Al-Ándalus”, de Almuñécar, ha sido el elegido por el jurado en un concurso organizado por el área de Igualdad de la Diputación de Granada y cuyo objetivo principal es concienciar y sensibilizar a la población joven en torno a la violencia de género.
Han sido 137 los chicos y chicas de entre 12 y 20 años que han participado y que han enviado relatos que cumplían las bases del concurso. Los relatos debían tener menos de 100 palabras y estar dedicados a esta temática.
La diputada ha agradecido a todos los participantes su esfuerzo y a la ganadora, su talento y su originalidad. “Estamos convencidos de que tu magnífico trabajo, que está lleno de creatividad, servirá para concienciar a la sociedad de la necesidad de estar alerta”, ha subrayado.
Para Garzón, “lo más importante de este concurso es que se ha conseguido difundir los objetivos; trabajar la prevención de este tipo de violencia, introducir el debate la desigualdad en las aulas y alertar a los chicos y chicas de una situación, el de las agresiones, que se está empezando a reproducir entre los jóvenes”.
La diputada ha recordado además, que este certamen pretende “rendir un homenaje a las mujeres víctimas de violencia de género en la provincia, representadas en Mónica Carrión. Esta joven de Otura -asesinada en 2011- fue la víctima más joven de la provincia, “a la que recordamos con mucho dolor, pero también con la esperanza de que un día los asesinatos de mujeres sean solo un recuerdo”.
Microrrelato ganador, de Marta Rodríguez:
Aquel día de carnaval, pasaba por una calle que desconocía. El viento frío ondeaba mi falda y mi piel descubierta se erizaba. Mi cuerpo fatigado me suplicaba descansar, pero el miedo me pedía andar más rápido. No solo se escuchaban mis pasos sino que además, se podían distinguir otros más rápidos que los míos. Los nervios se apoderaban de mi cuerpo, mas los tacones me impedían correr. Su sombra oscura me alcanzaba y en un acto de segundos, me descalcé y corrí como nunca. Aliviado llegué a casa. Me di cuenta que disfrazarse de mujer no fue una buena opción.