La trigésimo tercera edición del Festival Jazz en la Costa, organizado por el Ayuntamiento de Almuñécar y la Diputación de Granada, enfiló su final con la presencia dos auténticos mitos del jazz y la música popular: el gaditano Chano Domínguez y el navarro Javier Colina.
El concierto del viernes unió un nuevo “sold out” a la presente edición, en la que los aficionados al jazz han acudido a esta muestra con una decisión y ganas que ha rozado la militancia. La organización del Festival ha guardado escrupulosamente los protocolos de actuación sanitaria dictados por la Junta para eventos al aire libre. Se da la circunstancia de que ha habido tal demanda de entradas, que incluso en condiciones normales de aforo, el doble, se hubieran vendido igualmente todas las localidades.
El gaditano es el músico que más veces ha actuado en la muestra sexitana y toda una garantía contrastada de comunicación y buen hacer, sea solo, con banda, orquesta o cuarteto. Con Chano Domínguez, que acaba de recibir el premio Donostia en el 55º Festival de San Sebastián, se disfruta su integración de los ritmos en el lenguaje del jazz, su gran variedad de proyectos e innovaciones musicales, su voz propia y su feliz relación con la música popular, desde la “Tarara” nuestra, el “Gracias a la vida”, el repertorio de Bola que hace ahora con Martirio o los clásicos españoles (Albéniz, Falla, Granados y Mompou) de su “Piano Ibérico”. Chano, es un monumento nacional.
En este concierto nos recordó que es mucho más que un pianista jazz-flamenco, por si lo habíamos olvidado, interpretando desde piezas suyas de los años ochenta hasta lo que acaba de componer en el confinamiento y aún no tiene nombre. Hay que destacar a su lado la presencia de uno de los hombres históricos del jazz español: Horacio Fumero, todo sabiduría y elegancia.
Tras la actuación del gaditano, llegó un Javier Colina que es casi más un poeta que un músico, por eso le buscan todos los que necesitan un soporte bello para sus canciones, como fue Bebo Valdés o Silvia Pérez Cruz, entre otros. Es el acompañante ideal con un instrumento al que no siempre se le presta demasiado interés. Como solista, pasó por Almuñécar sin recabar demasiado protagonismo escénico, en su sitio, en el centro trasero del grupo, lejos del foco titular. “Somos nómadas”, dijo al llegar y así su música fue de Nueva York al Magreb, pasando por Cuba y Centroamérica.
Es un intérprete versátil, virtuoso y políglota, que frecuenta las músicas del mundo con curiosidad y siempre aprendiendo. En directo, es un placer poder escuchar su fraseo, cargado de emotividad como muy pocos pueden hacer, haciendo hablar a su instrumento, pausada y sentimentalmente. Su actuación fue, más que un gusto para los oídos, un regalo para las emociones.